30 de septiembre de 2008

En el partido de General Villegas

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Nota:
Armé esta especie de diario de forma que se pueda leer como cualquier otra página,
de arriba hacia
abajo, de lunes aviernes.
Pueden agrandar todas las imágenes, haciendo clic en ellas.

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El principio


Hace un tiempo, se contactó conmigo Mercedes Tassi,
de la Biblioteca D. F. Sarmiento de
General Villegas,
para invitarme a dar talleres allí

y en otros pueblitos del partido,
y
también para que formase parte del jurado del concurso de dibujo y collage
Sueño de
barrilete.
Después de varios correos, quedamos en que iría en Septiembre.
A partir de ahí, mi contacto
fue con Carolina Loyarte,
coordinadora de la Hora de cuento de la Sala Infantil de la
Biblioteca.

Lo aprendido, lo vivido.
Soy novata dando talleres (esta, es mi tercera vez). Pero lo vivido estos días
me confirmó algo que intuía: No
hay reglas.
Tal vez un plan, y algunas alternativas. Un plan lo suficientemente amplio
y
dócil, que a uno le permita adaptarse a situaciones diversas.
Aprendí que lo mejor es estar abierto, blando y dispuesto, y mirar,
y escuchar, y hacer
camino al andar.

Tropecé también, ya que en la primera lectura de Pájaro negro, pájaro rojo,
percibí silencios
de impaciencia, pero también aprendí.
Así fue como al siguiente taller, traté de cambiar el
ritmo y,
si bien leí partes, otras las narré. Todo un tema, ya que no soy narradora.
Pero los
chicos son generosos, y en cuanto se sienten cómodos te lo hacen saber.
De ahí en más, la narración fue cada vez más fluida.
Conté y mostré los dibujos, y llegué a
sentir ese hermoso silencio,
el expectante, el de querer saber cómo sigue.



El plan era…
Leer Pájaro negro, pájaro rojo. Después, según las edades de los chicos,
contarles un poco mi
forma de trabajo, mostrándoles bocetos en todas las instancias,
pruebas de color, descartes y
originales. Y al final, hacer un taller de collage:
manos (nada de tijeras), papeles y
plasticola.

Como decía antes, ese era el plan.
Más adelante (más abajo), cuento un poco cómo se dieron
las cosas en cada lugar.

El taller de collage

Se forman rondas de más o menos 8 chicos.
Les damos (estavez, Caro y las maestras me ayudan) un
potecito con plasticola
y varios papeles de distintos colores, todo esto para compartir.
Cada
uno recibe una hoja blanca y un trocito de papel barrilete (o el que haya).
La propuesta es
mirarlo, darlo vueltas hasta descubrir en él, una forma,
una parte de un todo…. Tal vez una
oreja, un pie, un ala.
Una vez descubierta esa forma, pegan el trocito de papel en la hoja y,

con nuevos pedazos -de los otros papeles de colores-
que cortan a mano, empiezan a completar
la imagen.

Intermedio
Salir de la Capital, pasar al otro lado de la General Paz,
hacer unos kilómetros más, salirse
de la ruta,
recorrer caminos de tierra y llegar a la única escuela de un pueblo
donde las
paredes cuentan lo que no dicen las sonrisas ni los abrazos, hace pensar.

Una anécdota
Al finalizar uno de los talleres,
una mujer (hermosa) se me acercó y me dijo
aunque no haya
sido exactamente con estas palabras, algo así:
- ...los chicos a los que más les cuesta el estudio,
son los que hicieron los trabajos más
creativos…-
A lo que respondí muerta de risa: - Yo era de esos; un desastre…-

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6 comentarios:

Danixa Laurencich dijo...

Qué sincero el relato, María...transmite muy bien el clima que viviste y vivieron...
Con respectoa lo que dijo la mujer es todo un tema...
Te recomiendo un blog, no es porque sea mío , ya no lo sigo más. Pero lo hice con mucho amor a mi vuelta de España, allá estuve con gente que estudiaba a ese tipo de chicos, chicos talentosos o con altas capacidades...aprendí mucho con ellos...acá se me fueron diluyendo las ganas,al ver que casi casi, soy la única que hablo del tema. Me cansé de batallar como el salmón, a contracorriente, me cansé de las promesas y después que no pase nada, me cansé de gastar guita , me cansé...
Pero bueno, el blog es
http://www.padresenapuro.blogspot.com
y gracias a él conocí a varias madres que sufren lo mismo, tantas hermosas mujeres y tantos hermosos varones que sienten lo msimo que siento yo.
Cuánto tiempo estamos perdiendo en educaión, por no salir de los paradigmas de los años 70...
Un beso y sigo leyendo tu crónica. A ver si me dan ganas de pelear nuevamente.

María W. dijo...

Diani, conozco tu otro espacio, el de padres... pero voy a volver a leer. Más allá de las "altas capacidades", es claro que no todos tenemos las mismas, altas o bajas, varían, unos somos hábiles con las manos, otros, con las piernas, tan distintos unos de otros... Me dio risa sentirme identificada con los chicos a los que les cuesta, o les aburre estudiar, pero que en cambio, podrían pasarse las horas inventando, creando. Y sobre todo pensé, que esa mirada, la la mujer, le iba a dar a ese chico la posibilidad de desarrollarse, de ahí lo de hermosa. Para esos chicos, esa mirada es una oportunidad. Beso.

Danixa Laurencich dijo...

Por eso te decía del blog, las latas capacidades se confunden con buen estudiante, y en general, son los vagos, los aburridos, los que hablan, esos son los creativos, los talentos, los de altas capacidades!!!
Vos tenés un talento específico, cómo no te va a aburrir estudiar...Eso es lo que me agotó. Ese tener que explicar que los chicos de altas están entre los peores de la clase a lo mejor....
Espero que algún día se entienda.
besote
Diana

María W. dijo...

Volví a tu Padres en apuros, y leí, y leí. Vale la pena meterse en tema. Grazie!! Ahí te puse un link, para que otros también te lean y piensen. Un beso.

Lydia Raquel Pistagnesi dijo...

Amiga, te dejo un poema para tus niños

Adivinanza

En mi sonrisa baila la brisa.
Mi cabellera de mil colores
suelta en el viento, ligera vuela.
LLevo mensajes y caramelos
para los niños que hay en el cielo,
para los àngeles, queso y fiambres.
Y para Dios,
peden los niños por mi intermedio
¡que no haya guerras!
Ay..... El viento cambia
ya no me elevo,
creo que nunca llegarè al cielo,
pues en mis giros quedè enredado
en un dañino y sucio alambrado.
Amigos mis, ya sin aliento
Yo, me presento...
¿Quièn soy?,
"El barrilete"

María W. dijo...

¡Gracias, Lydia!