Nota:
Armé esta especie de diario de forma que se pueda leer como cualquier otra página,
de arriba hacia abajo, de lunes aviernes.
Pueden agrandar todas las imágenes, haciendo clic en ellas.
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El principio

Hace un tiempo, se contactó conmigo Mercedes Tassi,
de la Biblioteca D. F. Sarmiento de General Villegas,
para invitarme a dar talleres allí
y en otros pueblitos del partido,
y también para que formase parte del jurado del concurso de dibujo y collage
Sueño de barrilete.
Después de varios correos, quedamos en que iría en Septiembre.
A partir de ahí, mi contacto fue con Carolina Loyarte,
coordinadora de la Hora de cuento de la Sala Infantil de la Biblioteca.
Lo aprendido, lo vivido.
Soy novata dando talleres (esta, es mi tercera vez). Pero lo vivido estos días
me confirmó algo que intuía: No hay reglas.
Tal vez un plan, y algunas alternativas. Un plan lo suficientemente amplio
y dócil, que a uno le permita adaptarse a situaciones diversas.
Aprendí que lo mejor es estar abierto, blando y dispuesto, y mirar,
y escuchar, y hacer camino al andar.
Tropecé también, ya que en la primera lectura de Pájaro negro, pájaro rojo,
percibí silencios de impaciencia, pero también aprendí.
Así fue como al siguiente taller, traté de cambiar el ritmo y,
si bien leí partes, otras las narré. Todo un tema, ya que no soy narradora.
Pero los chicos son generosos, y en cuanto se sienten cómodos te lo hacen saber.
De ahí en más, la narración fue cada vez más fluida.
Conté y mostré los dibujos, y llegué a sentir ese hermoso silencio,
el expectante, el de querer saber cómo sigue.

El plan era…
Leer Pájaro negro, pájaro rojo. Después, según las edades de los chicos,
contarles un poco mi forma de trabajo, mostrándoles bocetos en todas las instancias,
pruebas de color, descartes y originales. Y al final, hacer un taller de collage:
manos (nada de tijeras), papeles y plasticola.
Como decía antes, ese era el plan.
Más adelante (más abajo), cuento un poco cómo se dieron las cosas en cada lugar.
El taller de collage

Les damos (estavez, Caro y las maestras me ayudan) un potecito con plasticola
y varios papeles de distintos colores, todo esto para compartir.
Cada uno recibe una hoja blanca y un trocito de papel barrilete (o el que haya).
La propuesta es mirarlo, darlo vueltas hasta descubrir en él, una forma,
una parte de un todo…. Tal vez una oreja, un pie, un ala.
Una vez descubierta esa forma, pegan el trocito de papel en la hoja y,
con nuevos pedazos -de los otros papeles de colores-
que cortan a mano, empiezan a completar la imagen.
Intermedio
Salir de la Capital, pasar al otro lado de la General Paz,
hacer unos kilómetros más, salirse de la ruta,
recorrer caminos de tierra y llegar a la única escuela de un pueblo
donde las paredes cuentan lo que no dicen las sonrisas ni los abrazos, hace pensar.
Una anécdota
Al finalizar uno de los talleres,
una mujer (hermosa) se me acercó y me dijo
aunque no haya sido exactamente con estas palabras, algo así:
- ...los chicos a los que más les cuesta el estudio,
son los que hicieron los trabajos más creativos…-
A lo que respondí muerta de risa: - Yo era de esos; un desastre…-
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